martes, 14 de febrero de 2012

Where she belongs...

Cerró los ojos y dejó que la brisa golpeara suavemente sobre su rostro.
Era una cálida noche de verano y se hallaba sentada sobre una roca contemplando las luces de aquel lugar  que se encendían y se apagaban con intermitencia e iban cambiando sus colores llenando aquel bosque de magia y vida. Y por un momento sintió una increíble energía que recorrió todo su cuerpo.
Una sensación de paz y de quietud.
Tomó su manó y se sintió más feliz por tenerlo a su lado en esos instantes.
Una lágrima resbaló de sus ojos y recorrió sus mejillas.
No eran lágrimas de tristeza. Era difícil explicar la sensación.
Mezcla de nostalgia, de añoranza, de consuelo, de anhelo, de paz, de ánimo, de cariño, de contención, de ternura, de un poco de culpa, de aflicción, de miles de sensaciones diferentes y extrañas que se manifestaban en su mente en ese momento.
Pero de una cosa se sentía segura. Aferrada a su mano era capaz de todo. Ella pertenecía allí.

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