miércoles, 21 de septiembre de 2011

Cuánta falta me haces...

Amiga, si supieras lo que te entiendo...
Poca gente puede entender el vacío existencial que te produce la ausencia de un animal cuando para vos no es un simple animal, sino una compañía, un amigo, un hermano, una persona, un par... cuando en resumidas cuenta, es importante en tu vida.
Así como a cualquier ser querido, sentís que tu vida se va con ese animalito al cual tuviste que decir adiós. A aquel que te acompañaba, que te recibía alegremente cuando llegabas, que se sentaba al lado tuyo cuando llorabas para consolarte, que saltaba cuando vos estabas feliz, que te pedía comida sólo para tener el plato lleno y para sentir que le prestabas atención, que como no puede,  nunca te dijo nada, pero siempre estuvo ahí para vos. Que te dio siempre ese amor incondicional que necesitaste, que nunca pediste pero que nunca te faltó.
Y sin embargo pensás que la vida es muy injusta porque viven poco tiempo, porque tenés que despedirte, porque tenés que verlo sufrir, porque tenés que seguir adelante con tu vida y él/ella ya no está ahí y su dolor te causa tal angustia que hasta lloras de sólo pensar en estar en tu casa y que no esté allí.
Duele. Sí. Mucho.
Y no hay palabra alguna que pueda servir de consuelo ni cosa alguna que pueda llenar ese vacío que te deja, el sabor amargo
La vida sigue. Pero uno no olvida. Y más aún cuando ese pequeño ser vivo te dio más de lo que cualquier persona hubiese hecho, y te aguantó más de lo que cualquier persona hubiera soportado.
No queda otra que conservar siempre el recuerdo de su compañía como una de las mejores cosas que pasaron en la vida. Y nunca, pero nunca olvidarlos. Guardarles por siempre un lugarcito en tu corazón.
Yo lo hice, y acá está él, siempre presente y conmigo.

1 comentario:

  1. Sin duda no hay absolutamente nada en la vida que se compare al amor y la fidelidad sin esperar nada a cambio de un perro con su dueño.

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