domingo, 11 de septiembre de 2011

¿Cómo poder explicártelo?

-¿Por qué esa cara? - preguntó con preocupación.
Ella sólo bajó la cabeza e intentó esbozar una sonrisa que surtió poco efecto.
-Conmigo no te podés esconder...
Suspiró.
- Siento que me están empezando a pasar cosas con vos... - dijo ruborizándose.
De alguna manera aquella contestación lo tomó por sopresa, pero sólo se limitó a sonreír.
- ¿Y eso por qué es malo? - preguntó aún sonriendo.
Ella levantó la vista y lo miró sorprendida. Luego sonrió y negó con la cabeza.
- No digo que sea malo...
- ¿Entonces cuál es tu preocupación?
Se encogió de hombros mientras él continuaba sosteniéndole la mirada.
- No sé por qué no te relajás...
-¡Lo intento! - interrumpió ella.- Es sólo que no creí que podría volver a sentirme así... ültimamente vengo pensando mucho en vos... imaginando cosas... lindas
Sus mejillas adoptaron un color rosado y no pudo evitar morderse los labios.
Él sonrió aún más.
- Sigo sin entender qué es lo que está mal de todo eso... Es decir, es normal que pasen estas cosas... no te pasan a vos sola...
- No, ya lo sé que no... Todo el mundo puede volver a empezar, a todos les debe prestar esta confusión...
Sin dejar de sonreír, suspiró.
- A ver si puedo ser un poco más claro... o a ver si de esta manera me entendés y podés quedarte más tranquila... No te pasa a vos sola. A mí también me están pasando cosas con vos.
Alzó la vista y le sostuvo la mirada, atónita. Nunca creyó que podría ser tan directo. Ambos sabían que les gustaba jugar a las indirectas, pero ella había decidido sincerarse de una vez porque lo que sentía se estaba apoderando de sí y no sabía cómo manejarlo.
Respiró profundamente y se quedó sin saber qué decir.
- Dale... ¿me vas a decir que no sabías? ¿Vos te pensás que si a mi no me interesaras yo estaría acá haciéndote perder el tiempo?
Ella volvió a encogerse de hombros.
- No, es sólo que pensé que tal vez... sólo salíamos como amigos...
No pudo evitar reírse de lo que acaba de decirle. Era tan bonita cuando jugaba a ser inocente.
Ella aún le sostenía la mirada. Le observó el semblante por un momento y luego se acercó un poco más cerca de ella. Suavemente le dijo:
- Yo no puedo ser tu amigo.
Ella frunció el cejo. Lo miró a los ojos sin lograr comprender a qué se refería.
Pero él se acercó aún más hasta quedar apenas unos centímetros uno del otro.
- Porque si fuera tu amigo, no podría hacer esto.
Y tomándola por la cintura unió sus labios a los suyos y comenzó a besarla fervientemente.

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