miércoles, 24 de agosto de 2011

She may be the face I can't forget...

Y se sentó en el bar a esperar.
Aún no lograba entender por qué se sentía tan nervioso. ¿O era ansiedad?
No era tan fácil para un hombre distinguirlo. Además, ella era la primera mujer que lo había hecho sentir así.
Y era increíble. Todavía no podía creer cómo luego de tanto tiempo había podido conseguirla y estaba logrando conquistarla.
Tomó su celular y miró la hora. Pasadas las diez de la noche apenas. Suspiró.
Levantó la vista lentamente y esbozó una sonrisa.
Una elegante morena acababa de cruzar el umbral de la puerta de aquel lugar y lo recorría con la mirada hasta encontrarse con la suya. Ella le devolvió la sonrisa y se acercó a paso lento hacia la mesa donde él se hallaba.
- Perdón por hacerte esperar.- le dijo con esa cara de inocente que él no se podía resistir.
- No hay problema, llegué hace unos instantes.- dijo encogiéndose de hombros.
Le dio un cálido beso en la mejilla y se sentó a su lado.
- ¿Qué vas a tomar? - le preguntó mientras ella se quitaba el abrigo.
- Oh... Un Martini estaría bien.- respondió sonriendo.
Le hizo una seña al mesero y le encargó el trago solicitado por la dama.
No podía dejar de mirarla. Lucía radiante, como siempre. Y no dejaba de sonreír. Estaba encandilado con su sonrisa, y no podía darse crédito aún de que fuera por él que ella la llevara en su semblante últimamente.
Ella continuaba revolviendo unas cosas de su cartera y luego volvió la vista hacia él, dirigiéndole otra encantadora sonrisa.
- ¿Estás bien? - le dijo frunciendo el cejo sin dejar de sonreír.
Él se despertó como de un sueño y sacudió la cabeza.
- Sí... ¿por qué lo preguntás? - preguntó extrañado.
- Porque me mirás como si quisieras decirme algo y no te animás...
El se encogió de hombros nuevamente y se ruborizó.
En ese instante llegó el mozo con los dos tragos y los apoyó sobre la mesa.
Ambos le dieron las gracias y levantaron sus vasos.
- ¿Por qué brindamos? - preguntó ella al aproximar su vaso al de su compañero.
El muchacho alzó la vista y se quedó pensando un momento. Luego volvió a bajar la mirada para encontrarse directamente con sus ojos que ansiaban una respuesta.
- Por vos. Que sigas así de bien como estás ahora. Es un gran paso que diste y merece que brindemos por ello.
Ella se ruborizó, sin dejar de mirarlo. Se mordió los labios y golpeó suavemente su vaso contra el suyo.
- Salud.- dijo.- Por nosotros... y esto extraño que está comenzando.
Y sin dejar de mirarse a los ojos fueron acercándose lentamente el uno hacia el otro hasta que sus labios fueron sólo uno en un mágico y húmedo beso.

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