domingo, 9 de septiembre de 2012

'True love is suicide'

Había estado evitándola porque no quería llegar a esa situación. No podía enfrentar esa situación. No se sentía verdaderamente fuerte para ello. Además de todo, no sabía qué era lo que haría frente a aquella situación.
Pero ella necesitaba verlo. Y ya no podía seguir evadiéndola. Así que cedió y se encontraron en un conocido bar del centro de la ciudad, cerca de donde ella vivía.
La saludó con cálido beso, pero no se dijeron más que "hola". El momento se hallaba incómodo para ambos, y por ello no sabían qué decirse. Ella estaba hermosa, como siempre, con su cabello radiante y brilloso, los ojos (aquellos que lo habían conquistado), negros como la noche resaltaban en aquel pequeño rostro de mujer-niña y sus labios se entreabrían de a ratos para suspirar, porque ella tampoco sabía qué decir. Pero no lo miraba. Bajaba la cabeza y de a ratos miraba hacia algún lugar. Pero su mirada no estaba como siempre. Tenía la mirada perdida y se notaba en ellos una angustia contenida. Era hermosa, no tenía dudas de ello. Sentía ganas de abrazarla, pero a la vez necesitaba contenerse porque si no pensaba en frío se desarmaba y se volvía débil nuevamente.
Finalmente, ella tomó coraje y rompió el hielo preguntándole que era lo que lo tenía preocupado.
Él tomó aire y cerró los ojos. No podía decirle todo de una vez. No quería lastimarla. Pero tampoco podía seguir pretendiendo que todo estaba bien. Así que de a poco fue soltándole las cosas que sentía y ella escuchaba atenta, callada y le sostenía la mirada perdida.
Él la observaba mientras se desahogaba, pero sabía que estaba subiendo la marea y que en cualquier momento se iba inundar aquella pequeña carita de lágrimas incontrolables.
No decía nada. Sólo lo miraba con cara de perro mojado y asentía a lo que él decía, lo que lo ponía aún peor porque sabía que todo eso la estaba lastimando, pero ya no podía callarlo más. Y cuando le pidió que hablara, lo único que pudo hacer fue bajar la cabeza e intentar ocultar las lágrimas (cosa que en verdad no le salió muy bien).
Se sentía tan despreciable. No quería esto para ella. Pero no podía evitarlo. Era algo que se les iba de las manos. Le pidió que por favor no llorara. Pero ella levantó su rostro bañado en lágrimas y esbozó una pequeña sonrisa. No quería que la viera llorar, pero no podía aguantar la tristeza que llevaba dentro. Le salía desde muy profundo de su pecho y lo único que quería era aferrarse a él y no dejarlo nunca más ir. Sabía que no quería otros brazos, ni otros besos, ni otras manos que la tocaran. Lo quería a él para toda la vida. Y él también a ella, pero sentía que ya no era lo mismo. Y no sabía exactamente bien lo que sentía, pero no tenía dudas de algo sentía por ella y la situación totalmente le estaba haciendo mal también a él. Pero necesitaba decírselo. Aunque no quería ni en ese momento ni en ese lugar, pero tampoco podía dejarla esperando más tiempo. Ella debia saber lo que pasaba para intentar entenderlo. Y porque ella no se merecía sufrir. Necesitaba aclarar su cabeza, pero no podía más de verla así.
Caminar un rato en silencio y sólo se oía el sollozo de la muchacha, que intentaba disimularlo pero no podía. Y él se sentía miserable. Y culpable. Aunque sabía que no lo era, pero no podía dejar de sentirse así. Ella se detuvo un momento para encender un cigarrillo. Le temblaba la mano. Al verla, no pudo hacer otra cosa que estrecharla entre sus brazos y decirle que no todo estaba perdido, que sólo tenía que decirle lo que le estaba pasando. Y ella lloraba. Se aferraba a su pecho como un niño a su peluche. Y lloraba. Lloraba como nunca antes él la había visto llorar. Y acariciaba su cabello con ternura y angustia. Sentía ganas de llorar. Pero no lo haría. No delante de ella. Necesitaba mostrarse fuerte, no podía flaquear. Pero la necesitaba. No quería estar sin ella. Sabía que no iba a encontrar otra como ella. Podría haber muchas, pero ella... ella era especial. No podía negarlo.
Qué mierda era el amor.

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